Segunda parte de lo que viene antes de empezar aquí
-->Día en el que sueles celebrar tu cumpleaños: viernes o sábado, depende de si me dejan quedarme y de la disponibilidad de la gente.
Te pegas la vida poniéndote barreras para luego darte cuenta de que no importa que las cosas queden bien, o estén bien dichas, o se digan en el momento adecuado. Al final nunca sacas recompensa alguna de ello, por mucho que no la busques. ¿Qué es lo que te impide hacer lo que te apetece en cada momento? Si pudiera haberle dicho a la chica de ayer que el autobús no era suyo... pero te callas. Y en el fondo lo haces porque tienes miedo. Porque la gente no está acostumbrada a encontrarse con alguien que dice lo que piensa, aunque la verdad es que es imposible. Nunca, por mucho de auténtico que vayas por la vida, nunca dices todo lo que piensas. Lo primero de todo porque no te daría tiempo a decirlo y serías peor que una cotorra. Y lo segundo porque te llevarías una de ostias... Y así vamos, con nuestra sonrisa de fingidos que la única satisfacción que nos devuelve al llegar a casa es un tremendo dolor en los maxilares.
¿La competitividad en el trabajo o los estudios es algo reglado? Quiero decir, ¿quién pone las normas de lo que es legal y lo que no? Siempre hay ciertos límites que nadie se atreve a sobrepasar: los de la tacañería y los de la generosidad. Nadie nunca te negará los apunts si se los pides, pero tampoco te pasará las preguntas del exámen de la anterior convocatoria, no vaya a ser que saques más nota que él. No sé, estaba claro que en la Universidad cada uno iba a ir a su aire, pero, joder, en mi opinión el compañerismo se hace inevitable cuando pasas 6 horas al día con la misma gente. En fin, no todos debemos pensar lo mismo... Y he aquí la razón de por qué no me apetece acudir a los botellones de mi clase. (¿Otra vez poniéndome límites?)
¿Por qué cuando paras a alguien para preguntarle por una calle se queda mirándote pensativo para luego decirte "no sé dónde está"? Si no lo sabes en el instante en el que escuchas el nombre, no vas a saberlo tras 5 interminables segundos de reflexión interna. Vas por la calle mirando a la gente, intentando seleccionar a los que tienen cara de "personas normales" (sí, va mejor entrecomillado), y al final todos te dicen que no saben dónde está. Giras la calle y... ¡zas! Ves el cartelito con buscabas... pero bueno, ¿vagan todos sin rumbo o qué?
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