Canto (el mismo dolor) / El Anzuelo / La Señorita Hermafrodita
Canto porque me levanto siempre con las mismas penas, con las heridas abiertas que siguen sin cicatrizar.
Ando por las veredas, por desiertos, por la selva... surcando los anchos mares hacia ningún lugar.
Canto porque me canso de dar explicaciones, no tengo soluciones, ¿para qué tanto preguntar?
Salto de cama en cama, de boca en boca, de falda en falda. No vuelvo por donde vine, nunca miro hacia atrás.
No hay mejor ni peor, pues con la gente que tropiezo sufren del mismo dolor.
Están igual, el mismo dolor.
Y no hay mejor ni peor, si estás quieto o en movimiento sufres el mismo dolor.
Estás igual, el mismo dolor.
Canto porque me harto de lugares concurridos, de esquemas aburridos para conseguir seguridad.
Parto de aquí a otro lado, crías cuervos y te comen los ojos luego.
Canto porque me levanto siempre con las mismas penas.
Enrique Bunbury
La última y la mejor canción del último disco. Sin palabras.
Este vano correr tras lo imposible. Este mapa de incauto navegante.
Este vivir un rato para morir más tiempo... Para al final morder el anzuelo y caer en la trampa.
Este asalto al parnaso idealizado. Este coma de pronóstico reservado.
Esta felatio de amor canibal... Para al final morder el anzuelo y caer en la trampa.
Este infierno fatal y divertido. Este vestido de nocturna soledad.
Este canto de sirena exclusivo... Para al final morder el anzuelo y caer en la trampa.
Este andar de pies sin escarpines. Este ida y vuelta a los confines.
Este seamos siempre libres... Para al final morder el anzuelo y caer en la trampa.
Enrique Bunbury
La primera canción que tocó en el mejor concierto de mi vida: en el Principal.
La Señorita Hermafrodita no se pinta lo suficiente, no se quita lo suficiente.
No me excita lo que debiera.
Un respeto por favor para la simetría, para la aritmética, y la geografía.
Los números pares y los plurales no son populares en tu topografía.
Esos tacones del desprecio caminando como si detuvieran el mundo sobre el trapecio:
de un lado en infierno, del otro el cielo.
Por la serranía redonda de ronda he visto tu sombra acercarse.
He pedido otra ronda de saque. Me has llamado cobarde por no estamparte un beso en la boca.
Pensamiento patético y poético. A estas alturas de noche es normal, en un animal cuadrúpedo y palmípedo con instinto mamífero vocacional.
Ya sé que piensas que no hay excusa que valga la espera, que se me ocurra algo.
Ahora que salgo dejaré la puerta abierta.
Enrique Bunbury
La más cabaretera de todas.
Y aquí termina el resúmen del Viaje a Ninguna Parte.
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