Costumbres rutinarias adictivas
¿Cómo se supera una adicción a la que sabes que tienes que renunciar por ti misma? Supongo que la cuestión de todo es el tiempo, pero se hace tan cuesta arriba... En los últimos meses se han sucedido dos de las peores cosas que podían ocurrirme: la enfermedad de mi padre, y el regreso del raciocinio después de otro año maravilloso. La vida debería ser más sencilla. Mi padre se va a poner bien, de eso estoy ya más segura que antes si cabe, pero ahora que parecía salir del pozo en el que había empezado a caer, de nuevo encuentro una piedra resbaladiza que no me deja asirme. Sé y soy consciente de que no voy a caer, pero me costará mucho subir de nuevo. Supongo que son etapas que hay que pasar, siempre he creído que se aprende más de las malas experiencias que de las buenas, pero ya no sé si es así. Estos dos años han sido casi perfectos, nunca habría pedido más de lo que he recibido, y sin embargo he aprendido a conocerme mucho más a fondo. He aprendido mis necesidades, mis comportamientos, hasta dónde puedo llegar en una discusión o en un momento romántico, he aprendido lo que puedo sacrificarme por otra persona, he aprendido a querer a alguien por encima de muchas cosas, he aprendido a ser independiente en plena convivencia con una consciente dependencia... He aprendido tanto que casi me abruma, y quizás todavía no, pero puede que algún día me asuste el saber tanto y tan claro lo que algún día tendré que empezar a buscar. De momento por eso no me preocupo, las huellas de esta última etapa que me resistía a finalizar son demasiado hondas por el momento como para pensar en cualquier otra cosa. Esta monotemática interior me tiene algo exhausta, además de que el escozor de mis ojos, un escozor que siento que debo sentir y que no sé por qué podría redimirme ante mi mirada por el daño que le he causado, empieza a ser realmente molesto y devastador a partes iguales. Volveremos a confiar en el paso de los días, con la certeza de que será el que vaya sacando las huellas a flote hasta que queden a ras de suelo y un último soplo de viento las borre por completo. Entonces quedará una maravillosa amistad que no habrá de tener ningún final.
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