Friends
No, no voy a hablar de mi serie favorita (aunque ya tengo argumento para otro post, ¡jiji!).
Ayer me pasó algo muy curioso. Vinieron Coral y Pez a casa a comer, y estuvimos en casa hasta que se hizo la hora de coger el autobús para el pueblo. Entre tanto habían venido Rocío y Luis y nos subimos los cinco charrando sobre los líos de la cuadrilla, la peña... en fin, lo de siempre. Llegué justa a coger el billete, y el conductor me lo cogió justo antes de cerrar la puerta. Cuando subí las escaleras y volví la cara para despedirme de éstos, los vi sonriendo, diciéndome adiós con la mano y echándome la bronca por no quedarme a tomar algo con ellos. En ese momento me invadió una sensación de bienestar, de felicidad, de tener la certeza de que no quieres cambiar nada de lo que tienes... fue increible, no sé si alguna vez me había pasado (quizás sí con Araceli en uno de nuestros muchos momentos). Me senté en el asiento y mientras desenrollaba el cable de los cascos del MP3 noté cómo se me hinchaban los ojos y tuve que retenerme para que no me cayera un lagrimón. Jamás había llorado de felicidad, pero ayer sé que estuve a punto, y me encantó sentirlo.
(Quizás ayudó que cuando estoy con la regla me vuelvo ultra sensible, para bien y para mal:P).
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