El arte y la élite
Por si hacía demasiado tiempo desde que oisteis una crítina tan destructiva de nuestra sociedad.
El artista es un autor de obras poco frecuentes, o incluso de piezas únicas, hechas siempre con sus manos. Trabaja de manera muy personal, intentando expresar -con un lenguaje caracterizado siempre por un estilo propio- aquellas sensaciones que nacen en él de acuerdo con los estímulos que recibe del mundo en que vive: trabaja para sí mismo y para una élite que le pueda comprender.
Esta élite está formada por las personas más importantes de una determinada sociedad y condiciona al resto de esa misma sociedad. Según el tipo de sociedad se tienen los distintos tipos de élite. Imaginemos que exista una sociedad de gente corrompida, de tramposos y especuladores, de parásitos, de ignorantes y por tanto presuntuosos, de hipócritas y deshonrados, de embrolladores, de marrulleros, de reaccionarios y conservadores. Una sociedad en la que un tipo bien estudiado de sugestión religiosa les es impuesto a sus individuos mediante un lavado de cerebro durante su edad infantil (edad en la que los caracteres del individuo se forman para toda la vida) con el fin de mantener al pueblo en la ignorancia y esconder torpes maniobras financieras. Pues bien: de este tipo de sociedad nacerá una élite compuesta por el más tramposo, el más corrompido, el más hipócrita, el más reaccionario y así sucesivamente.
Todos juntos forman una mafia en la que las pocas personas honradas que viven en ella son consideradas como unos pobres tontos, como gente que no se sabe manejar, como ilusos idiotas.
La élite industrial es la que contamina las aguas, el aire y la tierra, la que mata millones de animales, la que destraye el equilibrio ecológico al descargar sus deshechos industriales encima de sus prójimos. No cabe duad de que no es la gente pobre la que provoca estos desastres.
Según las estadísticas, el mayor número de hurtos ocurridos en aviones se produce en los compartimentos de la clase de lujo. Todos los años se roban, centenares de objetos: cubiertos, recipientes diversos, mantas e incluso chalecos salvavidas. Naturalmente, se entiende que siempre se hace por hobby y no por necesidad, ya que a esta élite no le hace falta nada, si acaso un poco de conciencia social.
Ahora podemos preguntarnos: ¿Qué tipo de arte puede consumir esta determinada élite? Puesto que el artista tiene que vivir y para vivir tiene que vender sus obras, y dado que éstas cuestan caras, ¿quién las puede comprar sino una élite? Dado el nivel cultural imaginable de un tipo de élite como la descrita antes, tendremos que sus preferencias se centran en un tipo de arte que imite a la naturaleza de la forma más vulgar posible, si no es que se centran en el no arte. Todo componente de esta élite querrá que lo inmortalicen en un retrato que le favorezca lo más posible (siguiendo el ejemplo de reyes y magnates), aunque es posible que acepte una pintura no excesivamente relamida. Otros aceptarán cualquier tipo de arte con tal de que sea bien visible y le haya costado un dineral. Este tipo de élite erá en masa a la exposición de la tía de un famoso banquero a comprar todos los cuadros sin preocuparse lo más mínimo de su valor artístico, que en este caso no sirve absolutamente para nada.
De hecho, esta misma sociedad es la que compró todos los cuadros que expuso en el Hotel Hilton aquel pintor que atentó contra la vida del Papa en Manila en 1970; y una galería de arte de Nueva York ha organizado exposiciones de este Benjamín Mendoza y Amor en las que los precios de los cuadros estaban por las nubes.
En semejante sociedad nadie quiere a un artista auténtico.
Bruno Munari, artista y diseñador gráfico e industrial.
Artista y Designer
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