Mis pensamientos...

Sunday, February 14, 2010

Ensoñaciones

Si aquella noche no hubiese tenido uno de aquellos sueños que ya venían siendo habituales, posiblemente se hubiera levantado con mejor pie y, sinceramente, con mejor cara. Sin embargo esta vez no lo entendía, no cumplía las pautas básicas que sus visiones oníricas solían seguir casi sin excepción. Por supuesto no era un sueño agradable, eso era pedir demasiado, pero no acostumbraba a despertarse tan acongojada que fuera prácticamente imposible no derramar unas cuantas (demasiadas para una noche) lágrimas. Normalmente los sueños continuaban por otros derroteros y la lejanía del mal momento los hacía más digestivos, facilitando correrles el velo para enfrentarse a un nuevo día, de nuevo sin su padre.
Esta vez no había sido así, y en mitad de la noche se despertó con un dolor de corazón palpable, lo sentía como la peor de las dolencias físicas, y sin siquiera pedirle permiso empezaron a resbalar por sus mejillas gotas y gotas de un líquido menos denso que de costumbre, más ligero, resultaba realmente fácil deshacerse de él sin interrupción, hacía días que no le ocurría así. Se levantó a buscar un paquete de pañuelos y volvió a la cama. Tenía ganas de fumar para tranquilizarse, pero la textura y el sabor de la lengua en su paladar la convencieron de que no era el momento.
Se tumbó en la cama y pensó en lo absurdo que resultaba llorar tan amargamente esta vez y no las demás. Desde que muriera su padre, ocho meses atrás ya, pocas cosas en su cabeza habían seguido lo que ella hubiera denominado como lógico, o simplemente esperado. No sabía hasta qué punto era entendible aquello para los demás, amén de para ella misma. Podían pensar que era muy fuerte, o podían no llegar a entender nunca cuánto quería a su padre, y eso le aterrorizaba. En su fuero interno deseaba con todas sus fuerzas que todo el que la rodeaba supiera cómo era aquello de grande, tanto que la había superado incluso a ella misma.
Quizás, en su afán porque se le reconocieran sus actos cuando éstos eran dignos de ello, necesitaba que la gente entendiera este punto, para así ella convencerse de que lo que le ocurría no quería decir lo contrario. Esto le aterrorizaba todavía más, lo hacía desde el primer momento, y esto sí que no podía escapar, aun teniendo la absoluta certeza de que era un temor infundado.
En cualquier caso tendía a ver las cosas mucho más graves cuando le ocurrían a los demás que cuando recaían sobre ella misma. Todavía se sorprendía sintiendo lástima por la amiga de su madre y su hija, sin darse cuenta de que su madre y ella estaban exactamente en la misma situación.
Anduvo dando vueltas por la cama durante más de media hora, intentando convencerse de que había sido mentira lo que allí, hacía sólo un rato, había acontecido en su cruel subconsciente, hasta que por fin dejó de llorar, y volvió a entregarse ya sin miedo (la fuerza de la costumbre) a sus ensoñaciones, esta vez por suerte menos retorcidas.