Mesopotamia
Ayer terminé con Canción de hielo y fuego. Tenía ganas, pero ya lo echo de menos. El sábado dediqué un rato a mis freakadas y me hice un resumen de un par de folios de todos los personajes, para saber en qué punto se encuentran cuando R. R. Martin se digne a publicar el último volumen de la saga (con todo el cariño del mundo). La verdad es que el día que lo editen me faltará tiempo para correr a la librería.
Si no le dedico un post me muero, así que si pensáis leerlo (¡¡¡POR FAVOR HACEDLO!!!), no sigáis leyendo.
Me muero por saber qué fue de Tyrion, he añorado tanto sus ironías... mi entrañable enano.
A Davos, el caballero de la cebolla, también le cogí cariño, sobretodo por su humilde sinceridad.
A Ser Loras, el caballero de las flores, siempre tan galante, que me hubiera encantado para Sansa.
A ver si Daenerys de la tormenta se decide a conquistar los Siete Reinos, como hizo Aegon, porque la va a liar parda...
Y, ¿qué habrá sido de Bran con Meera y su hermano, el de los sueños verdes? ¿Habrá controlado su condición de warg que tanto le debilitaba en pos de su huargo Verano? Y por cierto, ¿será Nymeria la loba gigante que dirige la temida manada que ronda el Tridente? Ay Arya... ¡como adoro a esa cría!
Pero sobretodo, quiero saber de Jon Nieve, mi indiscutible favorito, que tanto me recuerda a su padre Ned Stark. Nunca le perdonaré a Catelyn que no le quisiera.
Es increíble que vaya a echar de menos a la zorra de Cersei, y no digamos a Jaime, que en el fondo parece ser hasta casi buena gente, al menos para ser un Lannister (siempre quedarán los Frey para hacerlos parecer menos malos, aunque con Tywin es jodido).
En definitiva, me encanta la total falta de justicia poética de Martin (¡cómo pueden morir Eddard y Robb! ¡o Brienne la doncella!), los cambios de ritmo (dedica un capítulo a una sola conversación y en el siguiente transcurren meses), la ambigüedad de los personajes (los buenos nunca son tan buenos ni los malos tan malos), el sin fin de sorpresas (nunca esperas lo que acaba ocurriendo), el azar (cómo se encuentran los personajes en el momento justo o más injusto), las promesas literarias incumplidas (no existe eso de "esto acabará así"), los atisbos de auténtico gore (ahí está Cat desgarrándose el rostro y el cuello), los encuentros sexuales nada cándidos (Cersei y Jaime sobre el altar del Septo de Baelor, o Dany con sus sirvientas), las falsas inocencias de la juventud (Margaery y su hermano Loras, que eso sí que está cantado), los incestos (por supuesto los hermanos Lannister, y toda la saga de los Targaryen), el honor (ahí está Ned, que murió por él) y la falta de honor (el Matarreyes, asesinando a su rey loco Aerys), los diálogos soeces (el reencuentro de Theon Cambiacapas y su hermana Asha Greyjoy), la ineptitud (evidentemente, Cersei) y la astucia humana (mi Tyrion, por supuesto), las salidas alternativas (siempre Meñique jugando a su juego de tronos), la barbarie religiosa (los gorriones adoradores de los siete rostros del único dios), la magia blanca (de los hijos de la tierra) y la negra (de los sacerdotes rojos o las maegis, incluso de los archimaestres de la Ciudadela), las profecías (Aemon Targaryen y Maggy la Rana), la pasión irrefrenable (Jon con su salvaje o Sam con Elí)...
Se me hace tan lejana aquella visita del borracho Robert Baratheon a Invernalia (mi castillo favorito incluso por encima de Aguasdulces) que me parece imposible que haya terminado.
En fin, espero engancharme también a Millenium, todo el mundo lo hace así que supongo que no me disgustará.
No obstante, guardaré a mis Stark en un huequito de mi corazón para siempre, junto a Harry Potter, Frodo Bolson, el loco de E. Mendoza, el agente sueco Kurt Wallander y mi Maga.
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