Comentario de texto
Durante la carrera, en la asignatura "Estética del mundo contemporáneo" realizamos un comentario de texto sobre un artículo que nos pasó la profesora. Lo acabo de releer después de cuatro años y me ha parecido interesante. Aquí lo dejo.
En el artículo escrito por Norberto Chaves a analizar, se trata el tema de la unidad cultural en la actualidad. El autor muestra su descontento con la situación, según él, indeseable, de una variedad artística llevada al extremo que ha impedido la integración de las obras en un estilo representativo de la época en la que vivimos. El texto con el que expone esta idea se puede dividir en varios temas a tratar, que posteriormente concretaremos, con los que no hace sino reincidir en la idea central.
Así, comienza haciendo, a modo de introducción, un repaso de los movimientos artísticos más representativos de los últimos siglos, evocando los “buenos tiempos”.
En seguida acomete contra el sigo XX, tachándolo, aunque por boca de otro, de “problemático y febril”, asegurando que en él todos los géneros son cuestionados, puesto que toda premisa cultural se basa en la ruptura y la innovación, dando por hecho que éste es el camino correcto (por primera vez en la historia).
Acusa a esta tendencia de radical porque no sólo rompe con los movimientos anteriores sino que además supone la disolución de la unidad estilística (de nuevo un hecho sin precedentes en la historia de la cultura). Supone que la sociedad no conoce en este momento las consecuencias negativas que este radicalismo puede traer consigo.
Apela a una sustitución de un estilo común por un cúmulo de propuestas unipersonales que, bajo su criterio, no calan en la sociedad.
Afirma que hay que buscar un estilo de época llamado a la coherencia entre todas las creaciones artísticas.
Asegura que “ahora todo vale”, como muchos otros autores han asegurado en sus comentarios, de manera que cualquier planteamiento es aceptado por la comunidad cultural, disolviendo así la creencia en un lenguaje natural.
Puntualiza la no existencia de una trama uniforme (y espontánea) en el paisaje arquitectónico de las ciudades, en las que sólo se halla coherencia estética al contemplar los barrios desfavorecidos (que simplemente dan servicio a las necesidades primarias).
Atribuye a esta falta de estilo común una carencia de carga simbólica en el producto cultural, sólo existente en unidades aisladas.
Antes de concluir, señala el desafortunado fracaso de la modernidad como proyecto de estilo de la época actual, apuntando que el motivo es la inestabilidad del propio sujeto histórico, que basa su creación exclusivamente en la innovación permanente.
Finalmente tacha a la cultura del siglo XX de anorgásmica, infundada por y consecuencia de una sociedad de masas avocada al consumismo.
La intención del autor no es otra que la de realizar una crítica a la sociedad y a sus “artistas” pretendiendo con ésta concienciarnos de que hay que encauzar el arte, prácticamente ya desbocado, hacia una dirección común, puesto que para él ésta es la única manera de que podamos sentirnos identificados con un estilo, algo que represente los días en que vivimos y cómo convertimos nuestras actuales creencias y valores en objetos físicos de una belleza y simbología que consiga llenar el vacío que el desvarío del arte actual ha creado en nosotros.
Como comentario personal acerca del texto analizado, he de definir algunas de mis posturas, mayoritariamente rebatiendo las opiniones del autor.
Es cierto que para un historiador de arte es muy cómodo poder definir las épocas artísticas con una serie de pautas que cada una de ellas en sus principios cumplen. Pueden surgir diferencias, pero en mayor o menor medida los movimientos culturales se pueden definir con una serie de características comunes que los definen. También es cierto que probablemente la gente encontraba más cómodo acceder o contemplar el arte si éste era considerado como una representación de la época en la que vivían o como una consecuencia de los valores que poseían.
Pero, ¿de verdad necesitamos definir un estilo para vernos reflejados en las diversas manifestaciones artísticas que actualmente podemos contemplar? Yo creo que no. La variedad a la que estamos ya acostumbrados abre las puertas a toda clase de pensamientos, representa toda clase de valores y sentimientos: desde el amor idealizado al erotismo más salvaje, desde la bondad “celestial” a la parte más oscura del ser humano. Todo este abanico de posibilidades abarca al conjunto de la sociedad, es decir, todos podemos encontrar obras que nos horrorizarán pero también será más probable que encontremos un tipo de arte que realmente nos llene y con el que nos sintamos identificados. La variedad no tiene por qué ser mala, y desde luego no está desnuda de simbolismo, sino todo lo contrario. Desde siempre he pensado que un cuadro puede presentar múltiples lecturas, hasta el punto de que cada persona puede hacer una distinta, y precisamente eso es lo bonito del arte. El artista se despoja de su sentimiento plasmándolo en el lienzo de un cuadro, en la estructura de un edificio o en los recovecos de una escultura, y con ello brinda a una cantidad indefinida de personas la posibilidad de sentir incontables e indefinibles sensaciones al contemplar su obra. Se puede encontrar la armonía estética (absolutamente personal) en todo tipo de estilos, y el hecho de que confluyan en una misma época resulta beneficioso.
No es necesario encontrar un estilo único del que todos formen parte, no existe un lenguaje natural para el arte. Cada sujeto es estable en sí mismo, no siendo necesario que lo sea en conjunto. En mi opinión la historia ha de servirnos para aprender y madurar, y creo que es evidente que la multiculturalidad no sólo es beneficiosa sino necesaria para que todos y cada uno de nosotros podamos encontrar nuestra esencia, pasando, a poder ser, por hallar un sitio dentro de la cultura de nuestra sociedad.